Sé que una cadena perpetúa mi libertad,
arrastrándose en las alas de mi condena
y escurriendo el hierro que me encierra
Mis sentimientos hacen sombra de las letras
y mis sueños se acercan más a las estrellas.
Pero mi vida es el oficio del letargo,
y de la tortura a la agonía,
el camino se hace más largo.
Camino por el vacío de la fantasía
hacia la esperanza al sol ciego,
pero tarde cuento que mi muerte ha de ser un día.
Muerte para vivir ha de ser
y he dejar conciso un amanecer,
que al universo tenga que sorprender.
El sol y la noche siempre tienen cara que ofrecer,
pero yo sigo suspirando entre olvido.
Oriundo hacia el recuerdo
y desterrado del acontecer.
No hay nada que yo, Eduardo,
pueda ya enaltecer.
Sigo rezando de mi pluma poemas,
y seguirán acariciando tus manos.
No necesito… pero mi corazón a veces grita: ¡piedad!
porque he llegado a la orilla de la luna
y no hay sentimiento que no recorra.
arrastrándose en las alas de mi condena
y escurriendo el hierro que me encierra
Mis sentimientos hacen sombra de las letras
y mis sueños se acercan más a las estrellas.
Pero mi vida es el oficio del letargo,
y de la tortura a la agonía,
el camino se hace más largo.
Camino por el vacío de la fantasía
hacia la esperanza al sol ciego,
pero tarde cuento que mi muerte ha de ser un día.
Muerte para vivir ha de ser
y he dejar conciso un amanecer,
que al universo tenga que sorprender.
El sol y la noche siempre tienen cara que ofrecer,
pero yo sigo suspirando entre olvido.
Oriundo hacia el recuerdo
y desterrado del acontecer.
No hay nada que yo, Eduardo,
pueda ya enaltecer.
Sigo rezando de mi pluma poemas,
y seguirán acariciando tus manos.
No necesito… pero mi corazón a veces grita: ¡piedad!
porque he llegado a la orilla de la luna
y no hay sentimiento que no recorra.
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