Galileo

27 feb 2017

El destello

La silente noche silbando
si un lugar cimbra la luz
en la hora certera

la confusión de una silueta 
hacia la soltura levada 
en lo oscuro de tu nombre,
con la piedad que tus sueños

heréticos, compromiso
de su respiración mientras,

mientras agitas las horas,
y mi mano sostiene
ya la irinta silueta
del alba:

amanecerá, lo sé,
seremos una vez
la estrofa de los ojos
mereciendo la sitacida
costrumbre del vuelo
en la caricia:
queda, la abierta costumbre,
levantarse y liar con
el alma seamica:

los ojos en busca
del sueño,
ya rendidos de 
arecer tu rostro: sialismo en tu cama
mientras el sueño,
todavía sin iniciar y confuso
el sitio para posar su imperio:

toca quedar quieto,
la primera palabra que dices
y el olor de tu cabello
pide los horizontes
de su viento. Amanece,

y me quedo esperando
en mi orilla, amanece.
Leyendo tu silueta
en el albor blando de tu faz,
amanece.