Galileo

31 oct 2009

Mujer

Ven aquí, doncella, ve lo que te espera.
Ven, baja a esta aura que desespera.

Ah, dulce ideal de belleza,
ven, voltea a la agudeza.
Te he traído desde lejos
las estrellas con las que se alumbra el místico Apolo,
los mágicos lagos donde se bañan mis Ninfas,
y esto, que es de especial admiración;
me he batido con Zeus, y aun engaño,
he liberado a singulares Titanes.
Obsérvalos, como se vuelven ciegos
al ver tu belleza;
ve a ese en especial, al de la orilla,
ve como se restriega ese mago del tiempo;
obsérvalo, devorador de todos,
y ahora, se retuerce a lastimosas migajas.
Fue Él, Cronos, quién me ha dado este reloj.
-Tómalo, te lo regalo- admíralo,
ve sus cadenas de oro,
mira como a cada segundo se incrementa tu belleza,
este pequeño reloj guarda el éxtasis de Afrodita
y la elocuencia de Hermes, cuídalo Mujer.
Y por todo, sólo falta algo,
éstas, a la rebelión de mi poesía,
son todas las páginas que te regalo,
a ti, Mujer; siempre y todo a ti.

¡¿Pero qué es lo que veo?!
¿Por qué doblas tu cara
y a una mueca, muestras desprecio?
¡Ah, de mí, que vague a sed y hambre,
que deambulé con tu nombre a pecho
en los místicos sueños!
¡Yo que fui a orar con el gran Fénix…
ve mis manos, quemadas al tocar el ave!

Yo que me prendí de las alas de Azrael
y sentí el látigo de Abraxas.
Yo que me refugie a la sed, del disfrazado Iblis,
y que perdí sangre por Ares.

Yo que recorrí al confín
y al abismo,
que cruce umbrales
por volver a verte.

¡Ah, triste sed de mi destino!
Cruel… infernal, maldito.
Doblé las espadas de la violencia,
convertí el arte en mito,
y crucé el arco de la muerte;
sólo para regalarte mi poesía
que crujía al enfrentar cada día
los pasajes más escarmentados
y los paisajes nunca alumbrados.
Heme aquí, cruel Mujer…
rendido a tus pies;
desde tu cadera a tus senos,
desde tus brazos a tu sonrisa.

¡Ve ahora, Mujer, ve lejos,
que siempre desde dónde estés, siempre te veré!

¡Ah, fatico destino,
siento el hastío,
este hastío que me lleva
a gritar que la amo!

¡Ah, Mujer, no respires
hasta que llegue mi muerte,
que aunque sea este dolor
tan grande y pena tan costosa,
quiero que sepas
que esta poesía
es para ti…!
todo a ti.

Cantos al pedestal

Canto mis alaridos
en una estrella a la que paso,
entre estelas de melancolía.

Todo va pasando en estos cantos amargos,
cuando reflexiono a tu oído lejano
las palabras que murmuran al día
los suspiros que transitan a ese olvido
que camina desde tu mirada esquiva.
¿Qué ganas al tenerme a este suspenso?
sin escurrirme al sueño y vivir a gotas de saliva.
El reloj marca la hora del infierno
desde el umbral extasiado: el inundado pasado.

Me saque los ojos para voltear a los tuyos,
aturdido por el dolor y a la nostalgia del color,
descubrí las manías del amor
con las lágrimas que se vierten desde dentro;
fui a reírme a tu encuentro,
y con el pecho destazado, fui a perder los lamentos.

¡Oh, estos reflejos ciegos!
vacíos a los umbrales perdidos.
Sabe Dios y Mefisto, que me fui a nadar al inframundo,
y en sus playas y costas encontré
los ojos que me arranque.
Los recogí al regocijo y con cuidado;
y masticando uno, entre sus pupilas,
vi una imagen gloriosa y vil:
era tu cuerpo desnudo y bermejo,
y era tu misma mirada distante
la que observaba el azul que despertaba en el suelo.
Me acerque temeroso y suavemente,
y con intrépido y especial cortejo,
te dedique mis palabras densas;
pero tú, sedentaria figura,
no te dignaste a voltear
mientras clavabas
mi último ojo en un pedestal.

22 oct 2009

Tristes ilusiones

Sol a tristes noches,
bajo ofuscos corazones a ilusiones,
perdido de letras al mundo,
obsesivo en mis días muertos;
muertos al pasar perdidos,
callo a gritos mis sentimientos,
pegado a su piel de olvido;
verla desde el vacío de los segundos
fuera de este inframundo.

Oriundo a la vida sin expresión,
no sé si mi gusto por ella sea sólo sensación,
o si voy ahogándome en secreta devoción
al verla caminando sobre cristal sensualidad;
ella corre a mi soledad,
piérdeme, carisma de deidad,
piérdeme en tu maníaca sombra,
que el día lejano aún no aparece,
cadáveres devotos suspiran
el denso aire que nos separa,
y entre la densa aura
de nuestro reflejo,
el brillo de nuestros cuerpos permanece
al ósculo que nuestras almas levantan.

Di si hoy piensas en mí,
si un sentimiento se levanta al espejo
cuando te observas dedicada al tiempo;
cubriéndote a las figuras de tu próximo cuerpo.
Di que atrás de ese espectro vive
a disturbios de tu mente una imagen,
que galopa con alas a tu mejor ilusión;
comprobando tus siluetas de imaginación.
Di que en esa evocación, mi piel leve
se cuelga a tus ojos que se sumergen
en ese reflejo.
Di a lo que callas cuando te miro:
tus ojos pálidos no engañan mi suspiro,
sólo di que piensas en mí.
Di, dilo ya, di que piensas a mí.

19 oct 2009

Exhalo de sensación

Soy desmesurado en el amor,
respira mis deseos desde tu balcón,
que de nada a noches se expresa dolor
bajo las estrellas de tu corazón.

Profeta entre ilusiones,
figuras en piruetas sin evocación,
soy perdido a tus maneras comunes;
emanaciones solitarias a exhalo de la sensación.

Ámame Amor. Ámame, amor.
¿Qué hay debajo de dios?

¡oh, sólo somos nosotros dos, entre el fulgor!

Se pierde hoy el ritmo ajeno de mi adiós,
que despistarte a horas de temor,
vamos arrullados a destellos.

9 oct 2009

Sinestesias al corazón

Largos segundos,
sueños corruptos y profundos,
¿qué hay hoy cuando se arrastra tu cuerpo?
sólo largos segundos de tiempo,
cruzados a la orilla de los muertos;
de esos cadáveres eterno
que vivimos a cada sentimiento.

Se laza la noche
sobre nuestros cuellos,
hoy la eternidad es corta,
los segundos son otros
ocultos y claros al detenerte,
voltear a escapar a tus ojos,
refugiar al vacío, el sentirte,
olvidar mientras pienso en tus anhelos,
y como mágica a una pasión funesta,
le cuelgo de mi sueños
para acabar con los nuevos hasta el derroche.

¡Ah, si mis sentimientos fueran tan llenos como son vacíos!,
amando pasos del pasado, exagerando el espejismo hasta ser verdad,
¿qué doy cuando no soy suscriptor a esta trivial y enfermiza realidad?
sólo se exprime mi soledad al abismo en que se traduce la oscuridad,
oscuridad desde mis breves años, amarrado siempre a mis desvelos.

Qué oscuro y suspicaz es al sepelio
cuando sigo deambulando en mi entierro,
lleno de criptas, me pregunto dónde desespero
con la mujer a ilusión que quiero
¿acaso al destino insolente al que no fío?

Tú, que cuelgas de mi emoción,
pierde de menos la sensación;
ciegas devociones del alba
al perfumar el alma que a penas acaba,
sinestesias de mi imaginación,
pendones de mi corazón
que se despliegan sin ubicación.

7 oct 2009

Al borde de amarte

Destellos incoherentes,
en tu piel inerte,
que grave fue verte;
pero que paraíso es tenerte.
Subiendo a los ombligos pertinentes
de horizonte hasta poniente,
siempre en tus brazos ir a pensarte,
pensarte dormido entre tus senos de mi muerte,
olvidarte mientras vivo y recordarte
mientras sueño, fantasía de postrarte
bajo la oscuridad del sonido de respirarte,
anhelarte hasta el borde de amarte.