Galileo

25 jun 2012

Miedo no


Miedo.
no.
no.

tengo un respeto
por la leche hirviendo,
las caras destrozadas,
el cáncer y el desgaste
de los órganos.

Intento el no miedo.

repetir ni nombre
vivir.

muero en este sitio.

respeto la palabra
en su reflejo más real
de sentido.

la vida cabrona.
la vida sin miedo.

Y repito ni nombre,
y Dios me hace sonreír
al sentir el agua,
mis venas y mirar.

24 jun 2012

Echo mi sitio


En un escondido
cerillo
que enciende
incendia
se hace ceniza
en un refugio
de persistencia
tengo mi casa
donde me gusta
mostrar los dientes
morder ajos
y volver a enamorarme.

20 jun 2012

Vas?


I

El letrero cae y su mensaje es claro
a 14 kilómetros de aire dentro;
el buque y el veneno en la palabra,
entre el metro y el centro
por un mar de incomunes figuras,
de incomunes ciclos en repetición área.
La lluvia es sólo un grabado más
de este peñazco, peñazco sin el vértigo
concreto de un despeñadero.

Entonces te encuentro,
en choque y desfermentación
de tu botes de cerveza
que llevas mezclados en la lengua,
avanzamos juntos, te digo que no tengo
dinero para el metro y que pasemos sin pagar,
te acercas, me detengo en tu cabello;
entramos al vagón y te beso,
luego la cintura,
luego esa premura de ir a todos lados
desde estar quieto en tu boca,
luego avanzo,
le falto el respeto a tu madre, a tu padre
católico, a tu abuela, a tu hermano si es que tienes,
a tu primo que te llama, a tu novio del que dices: pendejo,
pero tus tetas lo agradecen, muy por dentro, muy por la gente
te desnudo, te adentro mis manos en tu nudo de aire, en tu sosten negro,
en tu vientre y en tus nalgas puestas, y luego más dentro, más en tus tetas
más en un andén donde había despedido a mi amiga, más dentro, con tus pezones
en mis manos cubro tu circunferencia de mujer labrada, de mujer que se acómoda
y se excita al serpenteo de mis manos, al enfrentamiento de mi cadera acomodada
en el estirar y relajamiento de tus piernas.

Luego avanzamos,
veo tu blusa, tus tetas, llevas
la blusa azul abierta como una figura
en la que escapa un dios y entra un ángel a medir
tu escote abierto, lo cierro, te abotono, te beso,
al final sólo te abrazo; nos sentimos y avanzamos hacia los
14 km de un despeñadero, de un lluvia, de mis manos y tus tetas,
de mi cuello y mis labios mordidos, de tus ojos siguiendo esa línea
del vagón como si fuera un incendio, como si ahora todo sería otra día,
otro intento, otro seguir sin nosotros, sin saber ahora tu nombre y acentuarlo
en rimillas malas, en perseguir tus tetas y tu brassier negro, en cerrarte la blusa
con los dedos, en decirte que el metro no era esa dirección sino una selva cayendo.
Cuando llegamos te abandono, te dejo a la suerte de otra boca, de otros dedos que te
lluevan las tetas, a tu suerte de mujer que persigue a un nombre que llama pendejo.
De regreso veo el letrero: San Lázaro, estación del metro donde hace 20 minutos jugaba
a sacarte gemidos, y decías:

-Vas.

10 jun 2012

Mi nobre es Ñuardo


Desconozco el estruendo y
la ñ; los osos y la muerte.
Pero mi abuela camina,
y a cada paso serpentea
la muerte.

Tomo la 30 de mi abuelo
y

luego todo se encierra
en un cuerpo, el rifle es sensual
su moreno, tigre de madera
que rasga en seco-

luego el pensamiento:
como un cisne continuo,
nadie sabe que el cisne se aburre
y su único momento es el fornicio
de entrar al vacío,
a un quieto vuelo
desde una húmedad
en tierra
a pleno vuelo.