Galileo

2 ene 2012

Tejo un círculo
con tres cerillos,
algún imbécil
le llamaría cerillas;
pero no, el fuego carece
de género pues transmuta
en cada sensación,
por eso he hecho este círculo
donde al voltear,
cada ángulo no existe,
ni los cerillos
ni las cerillas.

El fuego
es el reflejo gracioso
de las hojas, del vacío,
y de diversos ojos.

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