Una hoja se desvanece, ríe. Incluso mi mente más lejana la extraña. Entonces la hoja se vuelve fruto, se vuelve rosa y piedra, florece en el centro del vacío, casco, bulbo, ángel perdido. ¡Qué extraña sensación, ésta, de estar perdido! maquillándome con el vacío, otra rosa, el mismo hilo.
Encuentro mi cordón umbilical mordiendo el principio. ¡Qué extraña situación! Esta de hacer la muerte en un pétalo y el pétalo de sueño. Mis dedos traviesos absorben. Y en el callar de la noche, un café, un espacio, y la hoja ríe: desaparece; pero mis dedos le marcan, le borran palabras que jamás he escrito.
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