Galileo

31 dic 2011

El mar había anclado, un cangrejo divertido lo bebió, entonces me quedé a mitad de un antiguo desierto, me la pase pensando, durmiendo e imaginando. Llovió, el mar volvió y el cangrejo se acercó: me comió y se fue cantando hacia el regreso, pues el mar había vuelto a anclar.

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