Galileo

6 may 2019

Ningún sueño fue la escritura

al principio
era la seda
con su arar
velar en
las manos

la forma
fácil
de abrir
un lunar

o la forma
de quedar
varado
verdaderamente
varado
frente a
una sonrisa

luego
como todos
los lentos
vino la vida

y mis kilos
de cifras se fueron alejando

luego otros pesos
y algunos hechizos se rompieron:

sí, eduardo,
recuerda,
tuve rizos
donde extraviaba los dedos
y nadie podía con los ojos

así me hice Perseo
con mi propia miniatura
esperando un delirio
sobre un vaso encendido

ahora "la escritura"
con sus eses desbocadas
a través de llanos

ojalá un día un verso verdadero
para ir hacia atrás; hacer
el prodigio, decir a tiempo
que lo díficil no son los presagios
sino los modos del pasado

esta vez sólo soñar la escritura
no señalarla mediante mis errores
en su voz toda del desierto
quizá así
sostenga mis castaños

ahora
quiero comprar una Heidelberg
meter mi cabeza adentro
a la inversa de Darío:
dejar los azules encerrados
en las palabras

mi máquina de múltiple melancolía:

<*p style="word-spacing: 2px; font-variant: small-caps"> aquí hay una frase bonita <*br>
donde un poema extiende un espacio <*br>
aquí se sangra un verso <*br>
pero nadie puede aludir <*br>
su eclipse verdadero <*/p>

Me gusta la noche porque no hay gente gritando ni fuerzas raras que hacen real el exterior. Tengo miedo y se lo digo a mis gatos.

Al principio la escritura me dejaba
ser ligero
ahora están los pesos,
mi barba de Piñera,
mi naufragio en el camarote número cero;
Ojalá el Darío fuera a mi lado,
ojalá sean ciertos los rotos jarrones romanos
donde alguien pensó que la escritura
era un regalo.

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