Galileo

4 may 2019

Dispensario donde todo cielo arma su fina lluvia


A veces se me olvidan las palabras, olvido su arco donde las expresiones de esperanza resguardan su candor a través de su rasgada alusión boreal; sé que aún dispongo de cifras para hallar el selvático barro que refleja furias y constelaciones [profundo sé que tu nombre de cristales resuena en su instante labrado de huellas], qué tornasol viró su furia sobre mi rostro en busca de especulaciones [profuso sé que forjar los ojos en estaciones lunares provoca emanaciones]. Hace rato he encendido un cigarro porque tengo el corazón débil y los dientes frágiles; sí, lo he de aceptar, me gusta untarme mi cabeza, me gustan la idea de poder volar al perder equilibrio en las esquinas altas; ya no los desencuentros con la ceniza, el albor de los días o los espejos donde no hallo descripciones; sé que todavía existe la tensión de esa ola imaginada donde mis sucesos rayaran con el llano mar; intento quedarme quieto cuando no recuerdo una palabra y cierro los ojos esperando [no] deshacerme.

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