Las velas esvaradas
hacia la
estera de la noche
un cinco al revés
inscrito en la suela
de tus tennis
y luego
luego Dios
separando
tu rostro como un
eclipse de su profundidad
y yo viendo
tu cabello en
un espejismo natural
de la guaira de
un espejismo
natural
de tu vuelo
donde la vuelta
de la realidad
donde la vuelta de tu vuelo
figura tu nombre
en una memoria
más entera
como tarde.
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