Falta, sí,
la violencia de las nubes en el
territorio del verso, su acento tirano de
perdurar [verilear] la noche. Hace falta el golpe en los aranceles de los sueños y la
media cognición íntima; sin rasgos para las frases anchas frente al embate
estulto de escribir: creer mejor en los ascensos desventurados del habla; de la
lluvia común, y del vapor del café. Quién soy yo al verte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario