¿Has visto cómo el mar jala al cielo luego del horizonte? Creo que es una realidad que el mundo termina donde ambos, en un desquicio de caricias, se pierden en un azul disforme; la olas parecen ir en grises tonalidades de nubes, y su otro lado sólo existe en una mitología compartida. También pasa que termina en la extraña marejada donde se cruzan silencios; en su naufragio, los rostros se resienten del agua y reconocen la blanda oscuridad de su tacto. El batel cede con su pequeña proa y se rompe, un piélago se me abre en la pupila mientras te miro.
El lugar viejo de mi calle,
donde alguna vez
un anciano vivió
y me vio llorar desde mi ventana,
aún tiene su cristal roto
donde la imagen
del viento mira en mis labios
aquella pregunta:
¿estoy abandonado?
Recuerdo que el anciano se acercó, y dijo con ojos de viejo
la luz.