Galileo

12 feb 2015

Constancia de sus pupilas dilatadas frente al café

El imperio de
un
Dios
fatigado,
la mesa siempre
lista con una franca
disposición a la 
corrección de sus  objetos,
la vela que alumbra en candente
fracaso la penumbra de
una  sala
donde el recuerdo
funciona como abierta
ablución, 
el tenedor
dispuesto a la 
traición,

el agua reumatizando su color espurio,

laminando los labios leales
que buscan reincidir
en la boca
la constancia de
una ablución,
sólo un pedazo de beso
aún mascado sobre
la mesa con los tenedores y las cucharas
y la gente a lado,
sin pensar en tu fatiga
y en mi fatiga,
que duendes
siempre termian por hacer
hoyuelos en lo ya hendido.
Muah, muah
muah
muah,
mu.
Mis ojos ya no boreales de tanta cara de verte.

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