Cabe notar que existe una justificación formal que establece que los lenguajes libres de contexto son aquellos reconocibles por un autómata de pila.
Mi paz recóndita,
suave sobre
los mediosdías
de la noche,
vuelve su niebla
detrás de mis pasos,
donde acusante
la palabra
deja de torser
hacia su origen,
trayendo consigo
la otra,
la otra palabra
de escribirte puro
y dormido.
Un sistema recibe una cadena constituida por símbolos de un alfabeto y determina si esa cadena pertenece al lenguaje.
Mi palabra,
oh sí,
ha vuelto.
Mi pradera
es un atisbo
de labios amaneceres.